Ficha:

  • Monte: Peña Amaya  (1370 m.).
  • Punto de partida: Amaya (Burgos, zona de Villadiego)
  • Desnivel: 400 m aprox. (no arriesgarse a escalar los cortados de las terrazas de la lora).
  • Duración: 3 horas.
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  • Mapa de situación:

9 km, 02:42:30

  • Descripción:

Es difícil, cuando nos acercamos a AMAYA, el poder ligar lo que estamos viendo, un pueblo humilde perdido en los páramos del norte de Burgos, con su pasado histórico así mismo perdido en la noche de los tiempos.  De la edad del bronce arrancan sus raíces.  De Iberos, celtas, romanos, visigodos, musulmanes, conquistas y reconquistas nos hablan los sedimentos estratificados de lo que fue la vieja ciudad de Amaya . Las formaciones calizas de la zona, conocidas como loras, son auténticos bastiones defensivos donde se comenzó a construir la historia del norte de España. A uno de ellos dirigimos nuestros pasos una fría mañana de mayo del 2004. Aparcamos el coche en el pueblo AMAYA, junto a la Iglesia y tomando la pista que sale del mismo pueblo, ya andando, nos dirigimos en dirección noroeste hacia la ruinas de la ciudad celtíbera del mismo nombre, Amaya. Pasamos el PARKING en la revuelta de la pista y ascendiendo nos presentamos en las RUINAS de  lo que fue la vieja ciudad de los cántabros. En un momento de nuestra andada apreciamos como un zumbido de civilización motorizada que nos hace volver a la realidad prosaica. Efectivamente Joselón, el guarda del parque, nos aparece de súbito con sus greñas y barba de talibán como recién salido de esa noche histórica que envuelve lo que estamos viendo. A la grupa de su montura metálica lleva el saco de dormir que utiliza para vivaquear por las alturas que nos rodean. Amablemente nos da todas las explicaciones que deseamos, pues el solitario vigilante está deseando pegar hebra con todo el que se pone a tiro. De las RUINAS continuamos nuestra ascensión por el camino herboso al lado izquierdo del torreón pétreo conocido como el Castillo, donde se asentó el castro en el que se refugiaban los lugareños para defenderse de las incursiones moras. Llegamos al COLLADO y continuamos a nuestra derecha remontando por sendero bien visible hacia el torreón CASTRO, al que ascendemos sin dificultad. Las vistas desde este punto son preciosas. Los contrastes cielo y tierra, las luces solares que como  haces de mies caen de las nuves rotas, las loras próximas separadas por valles profundos donde apenas se divisa presencia humana. Verdaderamente la zona es única y una auténtica delicia paisajística. Volvemos de nuevo al COLLADO. Desde aquí sondeamos las posibilidades de ascensión de una canal a nuestra derecha. Desechamos rápidamente la idea pues nos podemos meter en una auténtica aventura de escalada. Según se puede apreciar en el mapa adjunto continuamos por la vertiente norte, a la izquierda del farallón rocoso faldeando como a 1280 m. por la faja de la montaña truncada. Como a medio km. nos encontramos con unos hitos en SUBIDA, que tomamos y nos llevan directos por una canal sin dificultad al altiplano de la Lora. Tomamos a nuestra izda. y ya en agradable paseo, nos adentramos en la inmensa planicie ascendente llena de argomas y brezo. Pasamos por el punto BAJADA donde existen  unos hitos que suponemos son la ascensión desde el próximo pueblo de Villamartín de Villadiego. En breves minutos coronamos PEÑA AMAYA de 1370 m de altitud. Desafortunadamente la niebla se ha apoderado de la Lora en toda su extensión y no podemos apreciar las vistas al norte y este de la misma. Ni tan siquiera el pueblo antes mencionado nos es visible. En unos diez minutos de estancia en la cima, el viento es gélido, continuamos hacia el punto BAJADA2 hacia el lugar conocido como Cueva de los Muertos. Por una canal descendemos sin problemas a la faja superior de la lora y por la misma a la derecha continuamos como unos 3 km  y sin dificultad alguna hacia el punto ya conocido COLLADO. Desde aquí retornamos a Amaya  por la pista conocida. Lo que al romano emperador Augusto o a Tarik el moro les costó meses de asedio a nosotros nos ha costado unas 3 horas de travesía. En Amaya tomamos las de Villadiego, nunca mejor dicho, y efectivamente nos acercamos al mencionado pueblo para terminar la mañana degustando un plato de perdiz escabechada digno de cualquier guía Michelín pero infinitamente mas barato. Con vino Rivera por supuesto. Restaurante en el centro del pueblo, no recuerdo su nombre, que hay que bajar unos peldaños al entrar. Prometo volver.

  • Fotografías:

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