Ficha:

  • Nombre: Peñón de Ifach (332 m.)
  • Situación: Estribaciones Sierra de Bernia.
  • Punto de partida: Calpe. Alicante.
  • Desnivel: 332 m. desde el nivel del mar.
  • Duración: 6 km. de travesía y 2 horas.
  • Cartografía: Topo Spain.
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  • Mapa de situación:

1.9 km, 00:03:18

  • Descripción:

El espolón rocoso que emerge de las aguas del Mare Nostrum, junto a la costa alicantina, en el término municipal de Calpe, es de alguna manera la terminación de la orogénesis que dio lugar a la Sierra de Bernia. Es como si la madre tierra, en un último esfuerzo nacido de sus entrañas mismas, pariese un enorme aborto pétreo, un enorme peñón calcáreo que surge de entre las piernas de su cuerpo fecundo, mitad marisma, mitas mediterráneo, y que en un último empujón  la madre muere sin conseguir su propósito de  alumbrar a su enorme criatura. El Peñón de Ifach queda a medio nacer, barado en las playas de Calpe, y su enorme silueta no termina de surgir de entre las olas y de entre las montañas que le circundan.

Son 330 m. aprox. los que separan la cumbre de Ifach de las aguas a cota cero. Un estrecho cordón umbilical, un istmo de detritus y de tierras blandas, une al peñón con el pueblo de Calpe. La presión urbanística pasa por encima de marismas y de detritus. Cemento y mas  cemento. Algún día el dios Poseidón se levantará airado y nos lanzará el peñón a las narices.

Aparcamos en el mismo istmo, o en el puerto del Racó si se quiere, y comenzamos la ascensión , calle arriba, calle del Peñón, directos a la cueva que perfora la base de la montaña a los 145 m. de altura. Pasamos el centro de interpretación del Parque Natural, lugar donde se cobra por visitar algo que ellos no han construido, y siguiendo el camino empedrado, por la falda noreste de la montaña nos presentamos a la entrada de la Cueva de Ifac, observatorio privilegiado para ver antaño la llegada de piratas y de corsarios. En atravesando la cueva, de unos 30 m. de longitud, comienza la verdadera ascensión. De cara al mar, vertiente este de la peña, vamos ascendiendo por caminos de cabras, ayudados a tramos por gruesas maromas, mientras las gabiotas rebolotean a nuestro lado dando gritos infantiles que apenas consiguen ocultar los ruidos de las olas abajo en el  acantilado. El camino serpentea a gusto, de este a oeste, y va ascendiendo decidido a lo alto del palo mayor del Peñón, a la barquilla desde donde el antiguo vigía atisbaba la llegada de los intrusos berberiscos. Un ligero temblor de admiración  recorre nuestro cuerpo al contemplar a las plateadas aguas del mediterráneo lamer mansamente las costas de Calpe-Altea; un monstruo domesticado que olfatea curioso la mano de su señor. Pero ¡OJO! todo monstruo tiene su momento de locura. Y a este le hemos dado motivos.

  • Fotografías:

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